Corrían los finales de los años 40 del siglo pasado, cuando un emprendedor, Raúl Losada Ramírez, mi tío Raúl, abrió frente a la plaza Bolívar de Rubio: el London Bar o el London como popularmente se le conocía. Años más tarde tomó las riendas del establecimiento mi amado padre Román Delgado y fue de esta manera como gran parte de nuestra vida familiar estuvo ligada al negocio del entretenimiento y la buena mesa.
Era el London un local con mezcla de estilos, pisos enmosaicados, altos techos con cielo raso, canceles con vidrios coloreados, un gran estante de madera tallada y las vidrieras o vitrinas donde nunca faltaron las exquisiteces y confituras salidas de los hornos de Ana Julia y Delia Losada Ramírez.Caracterizaba al local una suerte de heterogénea mixtura entre restaurante, licorería y heladería; quien vivió en Rubio en aquella época recordará los helados elaborados con toda clase de frutas en deliciosas cremas que salían de los fogones de mi adorada madre, Elisa, y que diligentes artesanos como Cruz Delia Chiquillo y Víctor Prato, preparaban en las máquinas recién importadas por papá.
Era el epicentro de reunión de jóvenes y adultos, en las largas tardes de Agosto hermosas chicas que recién habían abandonado sus medias tobilleras, acudían en busca de un refresco, un helado o un Cinzano para matizar las vacaciones.
La experta contadora Lolita Chiquillo me cuenta que muchas veces acompañada por gentiles caballeros se deleitabaescuchando:La Leyenda del Beso, Las Bodas de Luis Alonso o La Barca en la colorida rockola, último modelo, ubicada en la mitad de la segunda sala.
Son muchas las vivencias en aquel lugar de mi niñez y como dice Jean Paul Sartre :El recuerdo es el úunico paríso del cual nunca podemos ser expulsados. Acá sólo referiré algunas anécdotas que permanecen vivas en mi memoria.
La primera vez que legó a rubio la leche pasteurizada Indosa en envases ultramodernos, en una tarde plomiza, jóvenes Rubienses, acudieron con sus padres a adquirir la novedad láctea.
Mi vieja memoria recuerda, entre sueños, a una dama de la localidad que había sufrido un desengaño amoroso y lloraba sus desventuras escuchando los boleros grabados por Carmen Delia Dipiní,, rociados con heladas cervezas,
Ah, el London, me dicen: todavía existe, se niega a irse, ha pasado por diversas gerencias. Ahí está, me gustaría volver a él para sentir la presencia de mis padres que me enseñaron que la disciplina, la constancia y el buen trato son ingredientes indispensables para hacer una vida de bien.
Mis abuelos contaban que esa época fue unas de las mejores, esas historias me parecen fantásticas y hacen que una siendo adolescente quiera vivir en ese pasado alegre.....
ResponderEliminarExcelente nota
DANIELA, TU COMENTARIO ME ALIENTA A CONTINUAR PUBLICANDO MIS RECUERDOS. UN RESPETUOSO SALUDO A TU FAMILIA. CON AFECTO RUBIENSE. JOSÉ FRANCISCO DELGADO ARAUZ.
ResponderEliminarJoseíto.. En nuestras cuentas Twitter y Facebook,, publicamos la crónica del London Bar,, ya lo haremos con otras,, visita nuestra BLOG http://agroturistica.blogspot.com y el canal http://youtube.com/sucrenses08 Suerte..!
ResponderEliminarREALMENTE ESTOY MUY AGRADECIDO POR LA DEFERENCIA, ME AGRADARÍA, POR FAVOR, ME ENVIARAS LOS ENLACES CORRESPONDIENTES A TWITER Y FACEBOOK. NUEVAMENTE GRACIAS A MI COTERRÁNEOS POR SU GENEROSIDAD. UN ABRAZO PARA TODOS.
ResponderEliminarQue belleza de ilustraciones a historia concebida por Cheo, gracia, humor y alegría a sus reflexiones. Hoy 16 de Dic del 2020 a cuatro días de mi cumpleaños leyendo todas estas historias de Cheo en el Rubio de 60 me hace el día y mi regalo de cumpleaños. Con esto es suficiente que no necesito más regalos. Estoy emocionado y lastima que Cheo no pueda compartirlo, todo a un año de su muerte. Cuanto lo ciento.
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