miércoles, 11 de enero de 2012

CRÓNICAS N. 3

LAS BELLAS

Algunas  fueron reinas del carnaval, otras de organizaciones y eventos de diversa procedencia, las más, simplemente, eran la representación de la galanura, señorío y encanto que siempre derrochó la mujer rubiense.
     Todas de hermosos rostros y  bien formados cuerpos de la época, se aprestaban presurosas y emocionadas a lucir las mejores galas, que laboriosas costureras y modistas insomnes, copiaban de las revistas los modelos que las actrices de moda llevaban con elegancia fílmica en las películas mejicanas y argentinas, que mostraban indistintamente los añorados teatros Cadenas y Astral a las 8.15 cada noche, sin falta.
        Como dije antes, sólo algunas tuvieron sus efímeros reinados, otras no, pero todas permanecen vivas como grato recuerdo de mi primera juventud.
     Como no acordarse de la dulzura y apacible simpatía de una Esperanza Gómez, apoyada tenazmente por el fuerte gremio de conductores; la serenísima belleza y grácil sonrisa de una Aura Celina Gutiérrez o la elegancia de esa impactante morena que fue Doris Rodrigo Alarcón, y hablando de Alarcones debo mencionar a 2 hermosísimas hermanas de altivo porte como fueron Mabel y Melania Alarcón Ramírez.
Mención aparte en este portafolio de belleza, la criolla  e impactante Afi Rodríguez Ferreira o la contagiosa alegría y desbordante sonrisa de Ana Julia  Gutiérrez Carvajal, dos profundamente bienamadas por toda mi familia.
La trillada frase hecha recordar es vivir se patentiza al traer al presente a la hermosa Cecilia Padilla Hurtado, llanera de nacimiento.  rubiense por propia decisión, y verla majestuosa en su carroza  repartiendo azucaradas sonrisas en las tardes de febrero.
     Dejar de nombrar a mi prima Gaudis  Elena Peñuela Pulgar, que llevó en su frente la corona que un día los liceístas escogimos para ella, sería omisión negadora de los días despreocupados  del bachillerato.
     Bella entre las bellas, dulce y amorosa Gladyz Aminta Gutiérrez Rincón, en solo dos cuadras desbordaba donaire y simpatía, al caminar con garbo hasta la farmacia  Central.
      Como omitir a la espigada morena Livia Rosa Niño Castellanos, su contagiosa alegría y carcajada sonora fueron alma y esencia de inolvidables veladas musicales en su hogar.
     Otra bella morena, apacible, Gladyz Bermúdez, memorable la competencia por el reinado de un conocido establecimiento escolar, en franca lid de hermosura con una linda rubia de ojos claros cuyo nombré extravié en la  trastienda de mi memoria.
   Pido excusas a aquellas que se me escapan involuntariamente más creo que con las anteriormente descritas rindo emocionado tributo a las mujeres de mi pueblo, haciendo votos por que todas hayan tenido una vida placentera y su descendencia conozca en  mis palabras lo que significaron en su momento.

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